uando al papa Francisco le ofrecieron un vehículo blindado para su viaje a Brasil, lo rechazó de inmediato. No cambió de opinión ni cuando el Fiat en el que viajaba quedó atrapado en una calle carioca repleta de fieles. Porque, como explicó el pontífice en su momento, “si usted va a ver a alguien que quiere mucho, amigos, con ganas de comunicarse, ¿los va a visitar dentro de una caja de vidrio? No… O todo o nada. O uno hace el viaje como lo tiene que hacer, con comunicación humana, o no lo hace. Pero comunicación a medias no hace bien”.
Ese viaje auténtico es, precisamente, el que trata de acometer con humildad la Iglesia católica que peregrina en Aragón. OFICIA existe para dar respuesta a ese desafío, facilitando la tarea a los medios de comunicación y afrontando -en definitiva- el reto de difundir la Buena Noticia de Jesús a través de los modernos areópagos en los que la cultura se propone y difunde.